🚕 La pasajera fantasma – Historia de Halloween desde mi taxi

Una noche de Halloween que jamás olvidaré. Yo, una taxista madrileña, recogí a una pasajera misteriosa cerca de un cementerio... y lo que ocurrió después me dejó sin aliento.

La noche y el silencio

Era pasada la medianoche. La ciudad dormía, y las calles estaban tan vacías que solo se escuchaba el motor del taxi y el sonido lejano del viento moviendo las hojas secas. Acababa de dejar a un cliente cuando, al pasar frente al cementerio de la Almudena, vi a una chica al borde de la acera haciendo señas. Vestía un abrigo claro y parecía temblar de frío.

Frené y bajé la ventanilla. “¿A dónde vas?”, le pregunté. Su voz fue suave, casi un suspiro: “Al centro… por favor”. Subió al asiento trasero, y noté un leve olor a flores marchitas. Me dio la dirección y guardó silencio.

El viaje más largo

Conducía por avenidas desiertas, iluminadas por farolas intermitentes. Por el retrovisor veía su rostro pálido, mirando siempre por la ventana. Quise romper el silencio: “¿Venías del cementerio?”. Ella sonrió sin mirarme: “Sí… fui a despedirme”.

Un escalofrío me recorrió el cuerpo, pero seguí conduciendo. Al llegar a la dirección, me giré para cobrarle… y el asiento estaba vacío. La chica había desaparecido.

El misterio de la bolsa

Quedé paralizada. Solo quedaba una pequeña bolsa de tela en el asiento. Dentro, unos billetes viejos, húmedos y un papel doblado. Lo abrí con manos temblorosas. Decía: “Gracias por traerme a casa”.

Fui al edificio y toqué el timbre. Una mujer mayor abrió la puerta. Le conté lo ocurrido y me mostró una fotografía. Era ella, la pasajera. “Mi hija… murió hace diez años, una noche de Halloween, de camino a casa desde el cementerio”.

Desde entonces...

Desde aquella noche, cada 31 de octubre, cuando paso por ese mismo lugar, bajo la velocidad… y miro el retrovisor, por si acaso. Dicen que algunos pasajeros no buscan llegar a un destino, sino solo un último viaje.

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¿Y tú? ¿Subirías a un taxi a medianoche cerca de un cementerio?