El taxi de los Reyes Magos
Era la noche del 5 de enero, y los Reyes Magos estaban preparando sus camellos para la gran entrega de regalos. Los pajes trabajaban sin descanso para cargarlos con todos los regalos que los niños habían pedido. Pero, por mucho que trabajaban, no podían terminar a tiempo.
En ese momento, apareció un taxi. El taxista, un hombre amable y generoso, vio la situación y se ofreció a ayudar. Llamó a sus compañeros para que atendieran con él la gran demanda. Los Reyes Magos aceptaron encantados, y el taxi se convirtió en su mejor aliado.
El taxi transportó a los pajes por toda la ciudad, dejándolos en cada casa con los regalos. Los niños, al ver llegar al taxi, se despertaban y salían corriendo a recibirlos. Sus caras de alegría y emoción llenaban la ciudad de ilusión.
El trabajo de los taxistas fue muy importante, y ayudó a los Reyes Magos a repartir todos los regalos antes de que amaneciera. Los niños de toda la ciudad se despertaron con una gran sorpresa, y llenaron sus casas de sonrisas y amor.
Al terminar la noche, los taxistas estaban cansados, pero muy felices. Habían ayudado a los Reyes Magos a hacer felices a los niños, y eso les llenaba de satisfacción.
Los Reyes Magos, agradecidos por su ayuda, les regalaron una estrella para que la pusieran en su taxi. La estrella brillaba con fuerza, y todos los niños que la veían sabían que el taxi era el taxi de los Reyes Magos.
Desde ese día, el taxi recorre las calles de la ciudad, llevando ilusión y alegría a todos los niños. Llenando de luces verdes la ciudad.
¡Feliz noche mágica, Reyes de las calles!
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