Una sonrisa de taxi en Navidad
Era una tarde fría de diciembre, y las calles de Madrid brillaban con las luces de Navidad. Yo llevaba ya varios años trabajando como taxista, y me encantaba recorrer la ciudad en estas fechas tan especiales.
Aquel día, recogí a un pasajero en la Plaza de Callao. Era un hombre de mediana edad, con aspecto cansado y preocupado.
Mientras recorríamos la ciudad, Santiago, que así se llamaba, me contó su historia. Me dijo que los regalos eran para sus sobrinos, que vivían en el extranjero. No los veía desde hacía mucho tiempo y quería hacerles un detalle especial.
Me contó que su negocio de zapatería iba mal, pero que no quería dejar de tener un detalle con sus sobrinos para Navidad. Además, estaba enfermo y no sabía si podría verlos otra vez..
Cuando llegamos al destino, Santiago pagó la carrera y se bajó del taxi. Yo no me di cuenta de que se había dejado todos los regalos en el asiento de atrás.
El siguiente pasajero que cogí, un joven que iba a celebrar la Navidad con sus amigos, vio los regalos y me lo hizo saber.
En cuanto llegué al destino del segundo pasajero, volví al lugar donde había dejado a Santiago. Allí estaba de pie, con la mirada perdida al cielo y asomándose a cada taxi que pasaba.
Cuando me vio llegar, su cara se iluminó con una sonrisa. Me abrazó y me dio las gracias por haberme dado cuenta de los regalos y haber vuelto a devolverlos.
Me contó que los regalos eran muy importantes para él, ya que eran una muestra de su amor por sus sobrinos.
Me gusta sacar sonrisas
¡Feliz Navidad! Que la magia nos acompañe siempre
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