Un mantel tejido a través del tiempo
Un mantel tejido a través del tiempo Hay hilos que no solo unen telas, sino generaciones. Uno de ellos es el mantel que hoy descansa sobre mi mesa, y que guarda en cada puntada una historia de amor, paciencia y unión familiar. Mi madre lo empezó a tejer mucho antes de que nosotras —sus tres hijas— llegáramos al mundo. Con sus manos jóvenes, bordaba a punto de cruz los primeros dibujos, con la calma de quien sabe que todo lo importante lleva su tiempo. Los años pasaron, nosotras nacimos, crecimos, y en algún momento, sin pensarlo demasiado, nos sentamos junto a ella para ayudarla a terminarlo. Así comenzaron nuestras tardes de mujeres: mi madre, mis hermanas y yo, reunidas en torno al mantel, aguja en mano y corazón abierto. Entre puntada y puntada hablábamos de la vida, del colegio, del futuro, del pasado… y sobre todo, aprendíamos unas de otras. Aquel mantel fue creciendo con nosotras. Lo que empezó siendo un proyecto solitario se convirtió en una labor compartida, símbolo...